Feria del Cacao en la comunidad San Francisco Cuapan, San Pedro Cholula, Puebla, México 2023.

Tengo el privilegio de vivir en la tierra del cacao, (México) donde la bebida que se produce de este delicioso fruto es considerada sagrada desde tiempos precolombinos. Pero existe una pequeña comunidad de Cholula, Puebla, donde se organiza desde hace varios años una feria de fiesta y celebración dedicada especialmente a esta bebida cada Viernes Santo, llamada San Francisco Cuapan, que queda a unos cuantos minutos del centro de Cholula.

Cacao molido, canela, haba y azúcar son mezclados con agua para obtener esta maravillosa bebida llamada “cacao frío”, “chocolate de agua”, “espuma de cacao” o “xocolatl”, pero lo que realmente se bebe es la espuma que se logra moliendo la bebida rápidamente y sin parar con un molinillo de madera. Quienes muelen son varias mujeres, llamadas “cacahuateras”. Esta espuma se recolecta con la ayuda de un colador de plástico para luego ser vaciada en enormes tambos de plástico del cual se recoge para ser depositada en las famosas jícaras, que son tazones de plástico medianos de color rojo decorados con alcatraces blancos, flores azules y plantas verdes. Estas jícaras entonces se entregan directamente en las manos de los fieles clientes que pagan alrededor de $20 pesos por cada una, y esperan sentados con entusiasmo en las largas filas de sillas colocadas en el atrio de la iglesia bajo un gran toldo blanco adornado con papel picado y frutas que flotan colgadas desde tendederos. Una vez que la jícara se encuentra entre las manos, hay que arreglárselas para tomarla directo del tazón sin que se derrame, pues no se cuenta ni con popote ni con cuchara.

Miles de peregrinos asisten a esta feria de cacao que se celebra cada año alrededor de la Pascua. Y aunque le pregunté a un encargado de la feria cuál era el origen de esta celebración, su reseña dista por mucho de lo que encontré investigando en las páginas de internet. Según los reportajes, esta celebración gira en torno a la verenación de las reliquias del Santo Entierro de Cristo. Pero según el encargado al que le pregunté el origen, él me mencionó que existió en su pueblo, hace varios años, un señor que fue asesinado y que antes de morir, hizo prometer a la gente del pueblo que a causa de su sacrificio no faltaría la bebida sagrada a nadie y que cada año deberían de hacerla para recordar su generosidad.

Sea como sea su origen, la Feria del Cacao es todo un espectáculo impresionante de atestiguar. La iglesia del pueblito se ve rodeada por cientos de puestos de comida, artesanías y souvenirs mexicanos donde uno puede comer deliciosos antojitos, bailar al son de algún conjunto regional o pasar un buen tiempo hombro con hombro junto a otros peregrinos fanáticos del chocolate en esta maravillosa escena de mercado cholulteca. Semillas diversas. Elotes y esquites. Galletas de muégano. Pan de fiesta. Pescado. Cemitas. Memelas y quesadillas. Tepache, cerveza o tequila. Uno se abre camino entre la multitud hasta llegar a los pronunciados escalones, los cuales comienza uno a ascender para llegar al portón del atrio de la iglesia desde donde se puede divisar el gran espectáculo que sucede allá abajo, en el atrio de la iglesia. Al bajar entonces los siguientes escalones, diversos vendedores de los diferentes puestos de la bebida lo invitan a uno a tomar asiento en alguna de sus sillas que conforman las largas filas puestas para los clientes, que por cierto, para este año hubo hasta 40 puestos para preparar esta mágica bebida.

Si uno se queda mirando, observando bien a su alrededor, entonces descubre miles de historias diferentes. Familias enteras que llegan de diversas partes del estado a beber la sagrada bebida. Niños jugando con la gigante matraca de madera que está a la puerta de la parroquia y que hace un escándalo al girarla. Hombres y niños yendo y viniendo de entre los puestos hacia las personas, llevando las bebidas en jícaras. El ambiente es húmedo e impregnado de cierto olor dulzón, como a canela y chocolate. Todo mundo está ocupado en hacer chocolate, en molerlo, en llevarlo, en beberlo, en disfrutarlo, en documentarlo. Pero lo más interesante, es que descubrí que esas mujeres alrededor de esos enormes tambos o cazos de barro donde muelen la bebida sin parar con sus arrugadas y recias manos para producir la valiosa espuma, no están solas: están acompañadas por otras mujeres de su familia: hijas que muelen hombro a hombro con ellas. Hermanas. Nueras. Mamás. Un pequeño bebé que corre por ahí entre los tambos de agua, otro que es cargado en rebozos a la espalda de su madre que separa la espuma de los tambos con su colador de plástico, y otra que ya llegó del mercado con las quesadillas de flor de calabaza o de hongos para que la familia pueda comer sin dejar el puesto, mientras otras lavan en grandes tarjas de plástico las jícaras que los clientes regresaron vacías para ser usadas de nuevo. Descubro entonces, que se trata de una tradición familiar que muy probablemente viene celebrándose desde varias décadas atrás, pasándose el molinillo de madera cual antorcha de generación en generación. Me imagino las pláticas de las mujeres que muelen entre risas y salpicadas: “mi abuela era conocida por producir la espuma más suave y esponjosa del pueblo”, “mi mamá podía moler sin parar todo el día”, “mis hermanas y yo molemos chocolate desde que estábamos a la espalda de nuestra mamá”. Los hombres de la casa también participan: se encargan de atraer a los clientes que van bajando por las escalinatas de la entrada al atrio, de sentarlos y atenderlos, llevándoles las jícaras llenas de la ligera espuma café.

Estuve preguntando a algunas de las mujeres que molían si no era cansado, y todas me dijeron orgullosamente y sonriendo, que no. Que tenían moliendo desde como las 6 de la mañana y ahí seguían, sentadas en diminutos bancos o sillitas de madera, con sus mandiles cuadriculados y peinadas con largas trenzas, contentas y satisfechas de toda la espuma que generaban sus molinillos. Espuma sagrada para el pueblo.

Aunque prefiero el chocolate con leche que está dentro de una taza de donde es fácil beber, esta fue, sin duda, una de las experiencias más pintorescas e interesantes que viví aquí en Cholula, Puebla. Saliendo del atrio de la iglesia, nos detuvimos en un puesto del mercado para comer una cecina y unas quesadillas deliciosas junto con unos ricos esquites. De postre, unas ricas galletas de muégano para convidar a los perritos callejeros y así cerramos nuestra visita a San Francisco Cuapan.

Aquí, algunas fotografías que logramos capturar en la Feria del Cacao, 2023.

Cempasúchil en Cholula 🧡💛🌼

Me encantan estas fechas porque los campos de Cholula y Atlixco, Puebla, se pintan de amarillo intenso y de rojizo. Son los campos de cempasúchil y terciopelo, flores que son cultivadas desde verano para que florezcan y estén listas para su cosecha para las fiestas de Día de Muertos.

Cada año intentamos visitar estos maravillosos campos a llenarnos de vida, a fotografiar, y claro, a comprar un gran ramo de flores para adornar la casa, ¡pues su olor es riquísimo! La flor del cempasúchil viene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “ varias flores”. Es una flor endémica de nuestro país que florece maravillosamente en esta época con un intenso color amarillo y naranja. Nuestros antepasados creían que la flor absorbía los rayos de luz y que sus pétalos guardaban esta luz. Por esto, al erigir los altares de muertos, las personas dejan caminitos de pétalos, pues creían que la luz del sol que había guardado esta flor, dirigiría a los muertos del otro mundo a regresar a la Tierra las noches 1 y 2 de noviembre para estar junto a sus vivos.

El señor Pedro, que es uno de los campesinos que cultivan en los campos de Cholula, nos contó que las flores se rehusaban a florecer en un sitio específico de todo el campo: sitio que le llegaba luz de la lámpara del poste por las noches. Ese sitio específico estaba vacío de flores, y aunque los campesinos trataron de tapar la luz con un plástico, después de tiempo se cayó y las flores no crecieron.

Ciertamente es una flor interesante, bellísima y llena de magia que representa mucho del folklor y cultura mexicana. Pero a veces la temporada de lluvias hace que se pierdan miles cultivos, pues el agua arruina las flores. Además de eso, el señor Pedro me dice que “le pierden” a la vendimia, pues cada ramo, que pesa alrededor de 4 kgs., no lo pueden vender a más de $60.00, porque la gente no le paga más al ver las flores un poco arruinadas. Además de todo esto, el problema de la pandemia por el Covid-19 de este 2020 ha disminuido considerablemente las ventas de flores de los campesinos. Se han reportado muchas pérdidas y los campesinos se han quedado con su mercancía.Protejamos nuestra cultura, nuestros campos y a nuestros campesinos. Si visitas alguno de estos mágicos lugares, no olvides de comprar un gran ramo de flores, sin pisar ni estropear los cultivos y consumiendo nuestra cultura local 🧡 🌼

¡Nos encontramos gatitos ferales en la Ciudad de México!! ❤ 🐱 ❤

Fue la primera vez que visité el parque Lira, en la Ciudad de México. Me pareció un parque de lo más hermoso: lleno de áreas verdes, desniveles, empedrado y bien cuidado. Habíamos llegado hasta abajo y subíamos por uno de sus extremos cuando divisé a lo lejos tres gatitos. No era raro, pues los gatos son una especie doméstica que se reproduce con facilidad cuando viven en las calles. En general, los gatos de las calles son gatos que fueron abandonados por humanos intolerantes, y a falta de esterilización, los gatos se reproducen libremente. Sin protección y sin cuidados, estos gatos se multiplican hasta llegar a ser verdaderas plagas, causando estragos tanto en la ciudad como en los ecosistemas donde se asientan, pues a falta de comida, los gatos ferales suelen buscar en botes de basura y cazar especies endémicas. Por eso, al adoptar un gato, nos hacemos responsables de él durante toda su vida, y al esterilizarlo, estamos salvando a miles de gatitos que pudieron haber vivido-reproducido-y-muerto en las calles por crueldad, por enfermedades, por hambre, o por condiciones ambientales.

Cuando nos acercamos, nos percatamos que no eran solo tres gatitos. ¡Era toda una familia de gatos! Algunos hasta collar tenían, y aunque algunos se veían poquito flaquitos, en general se miraban bien. Eran aproximadamente 20 gatos. Unos corrían entre la maleza para escapar de nuestra mirada. Otros, escalaban los grandes y altos árboles, y otros fueron muy amigables, se veía que estaban acostumbrados a los buenos humanos. Divisé algunos platitos desechables con croquetas y algunos botes de plástico con agua amarilla. Varios de ellos todavía estaban comiendo. Nos quedamos ahí un buen rato a “llenarnos de gatos”, pues somos realmente fans de estos fantásticos animales, o como suele decir mi sobrino: de estos “animales espirituales”.

Al día siguiente los volvimos a visitar, llenándonos de amor. Había de muchos colores: grises, negros, calicós, atigrados, amarillos, tuxedos, pelo corto y pelo largo. Para el tercer día les llevamos 4 latitas de atún para repartirles y también les llevamos agua limpia. Los gatitos estaban realmente felices con este festín. Varios de los gatitos que se habían escabullido ante nuestra presencia el primer día, salieron y nos dieron una calurosa bienvenida, aceptando la ofrenda de paz. Varios de ellos se quedaron ahí con nosotros una vez que se terminó su almuerzo, frotándose contra nuestras piernas y dándonos amor. Nuestro corazón se apachurraba, pues veíamos que algunos de ellos sufrían de resfriados o de infecciones en los ojos. No sabíamos si alguien velaba por ellos o si solo estaban a merced de la caridad de un buen humano que a veces se acordaba de ellos y les llevaba comida.

Cuando nos estábamos yendo, nos topamos con dos chicas con uniformes del parque que se dirigían exactamente al sitio donde vivían nuestros amigos felinos. Llevaban bolsas de croquetas, latitas de comida, agua y varias cosas más. Las alcanzamos. Efectivamente, eran las hermosas almas caritativas que les llevaban de comer a los gatitos. Estuvimos platicando con ellas. Se trata de un programa de protección hacia estos gatitos que viven en cuatro zonas principales del parque. La mayoría están esterilizados con un programa especial que creó el parque junto con el gobierno, y ellas, como voluntarias, se ofrecen a ir diariamente a visitar a nuestros amigos gatos. Les llevan comida, reabastecen sus botes de agua poniéndoles un poco de cúrcuma -he ahí el por qué el color amarillo- para fortalecer sus sistemas inmunológicos, y les suministran y aplican medicina para sus infecciones y resfríos. Nos contaron también que los gatitos que tenían collar a penas habían sido abandonados en el parque por personas que sólo los “habían dejado ahí”. ¿Cómo puede ser eso? ¿Por qué los humanos somos tan INHUMANOS y abandonamos a un ser vivo así? ¿A caso ellos no sienten, no les duele nada, no se pueden enfermar, sentir tristes y desolados? A pesar de esta dolorosa noticia, nuestro corazón se alivió mucho al saber tan fabulosa noticia sobre el programa de protección y de esterilización de parte del parque.

Si te encuentras cerca de algún animalito, sea perro o gato o cualquier otro ser vivo que tenga necesidad, sé esa mano de ayuda. Sé esa alma caritativa, sé ese humano bueno en su vida y proveele de comida, agua y refugio. Si es que estás planeando tener un gato o un perro, adopta. No compres. Existen muchos refugios de animales a donde puedes acudir y hacer feliz a un ser. Esteriliza. No abandones. No olvides. No mates lentamente.
Nos fuimos felices y con el corazón lleno sabiendo que todos los gatitos del parque Lira estaban felices de haber tenido doble almuerzo aquél día… y claro, de saber que alguien vela por ellos. ❤

Alimentamos a las aves de ciudad ❤

La primera vez que los divisamos en el parque fue por el mes de mayo de 2020. Uno de aquellos días, me acordé de ellos mientras hacía la despensa, y les compré algunas semillas mixtas para darles. A la siguiente vez que fuimos al parque a caminar a Snoopy, las vimos nuevamente y me acordé de las semillas que les habíamos comprado. Mi esposo se regresó a la casa por ellas y mientras yo me quedé con Snoopy en el parque. Seguí caminando al ritmo de Snoopy, (ya saben, perro pastor=perro que pasta) los dos pajaritos azules comenzaron a seguirme. Se trataban de dos charas azules de ciudad. Aves inteligentes, sociales y hermosas. Dábamos dos, tres pasos, y ellos volaban al siguiente árbol para observarnos. Avanzábamos al siguiente árbol, y ellos igual lo hacían, haciendo algunos cuantos ruiditos, mientras yo les hablaba y las saludaba. Esto continuó por los siguientes minutos, hasta que casi recorrimos todo el parque. Me quedé maravillada. Recuerdo muy bien esa mañana porque me llenaron de mucha vida esos pequeñitos seres azules en tan poquito tiempo.

A meses de haber comenzado a llevarles semillas, que enriquecimos con semillas de girasol, avena y cacahuates naturales, cada que llegamos al parque en las mañanas, es súper común escuchar el chirrido de las charas a lo lejos, como anunciando nuestra llegada, y llegar volando hacia nosotros y esperar desde los árboles a que les pongamos las semillas en el suelo. ¡Me encantan, son tan inteligentes! Y no solo ellos, también bajan palomas, tortolitas, zanates, gorriones, y mirlos. Nos ha gustado hacerlo porque las aves urbanas luego tienen dificultad en encontrar comida para ellas... casi siempre encuentran basura o plástico, dañino para su cuerpo. Son aves cuyos ancestros volaron estos cielos alguna vez, allá lejos en el tiempo, cuando eran grandes planicies de campo y árboles, cuando no existían edificios, asfalto, cables de luz ni basura. Aves que han aprendido a adaptarse al ritmo del hombre, pero que a veces les es difícil encontrar alimento. Les llevamos botecitos de agua que les cambiamos periódicamente, y con este gesto tan pequeño, ¡ellos son tan agradecidos!

Si tienes oportunidad de llevar semillas a las aves de tu colonia o del parque cercano, hazlo. Tenemos la responsabilidad de velar y de proteger de la vida que nos rodea ❤️